Luciana Garces

TORMENTA

 

Llueve.

Por el alerón desgajado rebota

un arroyuelo de agua cantarina.

Arrullos de palomas ensordecen

el clín clan de las gotas sobre las tejas,

como si temblase el tamborileo

de las palmas húmedas de ángeles

escapados de cielos eternamente azules,

y demonios sudorosos libres

de sus avernos personales.


Llueve.

Delicado sollozo de nubes coloreando

en dieciséis matices de gris,

el plomo de mis ideas.

Algodón convertido en catarata,

rasgado por rayos y centellas,

que atruenan cercanas lejanías.


Llueve.

Y mi corazón, amor, se desborda.

 

 Luci Garcés