Bolívar Delgado Arce

A UNOS OJOS

 Ojos cansados de mirar la huida

del placer juvenil, ojos traviesos

lagos en cuyo fondo están impresos

los paisajes más tristes de la vida.

 

Ojos que enloqueció la muchedumbre

y la tristeza los tornó serenos;

ojos apasionados, ojos llenos

de misericordiosa pesadumbre.

 

Ojos que fueron castos y amorosos

apacibles, mansos y piadosos,

apacibles, mansos y piadosos

como dos silenciosas oraciones.

 

Y que vieron a lo largo del camino

todas las injusticias del destino

todas las injusticias del destino

y la fuga de muchas ilusiones.



              Julio Jáuregui (Ecuatoriano)
 

 




          A JESÚS CRUCIFICADO


No me mueve, mi Dios, para quererte

el cielo que me tienes prometido,

ni me mueve el infierno tan temido

para dejar por eso de ofenderte.


Tú me mueves, Señor; muéveme el verte

clavado en una cruz y encarnecido;

muéveme ver tu cuerpo tan herido;

muéveme tus afrentas y tu muerte.


Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera

que, aunque no hubiera cielo, yo te amara.

Y aunque no hubiera infierno, te temiera.


No me tienes que dar porque te quiera;

pues aunque lo que espero no esperara,

lo mismo que te quiero te quisiera.


                                                          (Anónimo)

Se sostiene que este soneto sería autoría de Sor Juana Inés de la Cruz.