alupego (Ángel L. Pérez)

QUE NO SE QUEDE EN RESCOLDOS

 

En rescoldos se quedaron,
las llamas de las conciencias.
En cenizas transformadas,
las brasas que las sustentan.

Metálico es su sabor.
El aire, como una flema.
Ahíto de las bacterias,
de las conciencias enfermas.
Como un manto de locura,
sobre las necias cabezas.
Parasitan y doblegan.

Brotes nuevos van naciendo.
Como futuras cosechas.
Inseminados de sombras,
en sus reducidas metas.
Prometedores embriones.
Con los cimientos de piedra.
Caminando sobre alambres.
Equilibristas sin percha.
Buscamundos de algodón,
con futuros de madera.
Reciamente preparados.
Prolijamente informados.
En un rincón apartados,
como juguetes de época.

La sangre circula loca.
Por las tenebrosas sendas.
Viaja caliente de fuego,
en las intrincadas venas.
Ardiendo en su cerrazón.
Con las promesas colgadas,
de cordeles de ilusión.

Rompa la voz las barreras.
Que el grito,
ensordezca al mundo.
Que la sangre se desborde,
de pura pasión sin límites.
Que el Sol disipe las sombras.
Que el miedo torne a valor.
Que catapulte las fuerza,
que se gesta en su interior.
A. L.
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