Natalia Gimenez

DESPERTÉ

Y luego me dí cuenta,

que tu generosidad de mentiras

e hiperbólicos cumplidos

disimulaban tu ser inacabado.

 

Y que el sabor de tu astucia,

en aquel entonces, sedó mi piel, 

con inyecciones de carícias

que podrían haberme matado.

 

Y nunca fui tan ambigua,

Y nunca me sentí tan en trance,

como en aquella tarde de Mayo,

en la que no recuerdo el día.

 

Y ahora me doy cuenta,

del riesgo de enamorarse,

que en vida de libre albedrío

cualquiera puede encadenarse.

 

 

¿O no es costumbre?