Edwin Kenys Chacón

Ausente

 

Me gusta verte comulgar
en el ensueño de la luna,
tranquilo y sereno y apacible,
me gusta verte volar,
irreal y onírico y fugaz, entre
nubes claras y mantarrayas
al son cadente de tu respirar.

 

Mi mano ciega te busca
siguiendo los pétalos blancos
que emanan de tu pecho italiano,
rocío matinal, sal marina,
nube veraniega, nieve de olvido,
flores de paz, regadas
por el sentir de mis caminos.

 

Me gusta verte a mi lado
allí estás,
inocente y suave y pacífico,
pero te siento ausente, perdido
detrás de tu muro de babel,
grande y elocuente y firme.

 

Bloque por bloque construíste
y fortaleza llegó a ser
esa cárcel herrumbrosa,
ese astro individual
que solo te alumbra a ti.

 

Seguiré presente hasta el alba
y cuando el arrebol pregunte
le diré que me gusta verte dormir,
a mi lado, aunque estés
ausente y lejano y distante.

 

Fuera de tu presidio me encuentro
con mis manos ciegas y desgastadas,
plantando para ti rosas blancas,
blancas como tu pecho extranjero,
mientras tú, extraviado a mis deseos
sigues en el ensueño de la luna, volando
entre nubes claras y celestes
al son de tu respirar cadente.