Esteban Mario Couceyro

El décimo día

El medio día, ausente de sombras

lleva en su aire espeso

el presagio bochornoso

de un negro horizonte

al noroeste.

 

Las primeras ráfagas

envolventes

en fantasmales remolinos

anuncian la tormenta.

 

En mi mano

se completa el arma

miro lejos

quizá para no

verme

en medio de esa vasta planicie

donde

la escala se trueca

haciéndome desmesuradamente

enorme.

 

El viento se torna continuo

el polvo

pierde la visión

transformando nuevamente

la realidad.

 

Comienzan los truenos

feroces

que hacen

la tierra vibrar

hasta que

todo se detiene

por un disparo.