Consuelo Soto

La hora, mi hora

Obsesionada con la muerte,

con visiones de la tumba frente a mí.

Clavos en las cuatro esquinas,

y fuera del ataúd veote a ti.

 

En una mano llevabas flores,

la otra temblaba febril.

Dejaste las flores en la tierra,

las manos acercaste hacia mí.

 

En invisible tela me envolviste,

con tela de tu telar.

Sin ver la gente lloraba,

en el abrazo no hay penar.

 

En la tumba quedaron flores,

se ahogaron junto al pesar.

Yo no me ahogué con ellas,

por ahí me fui a caminar.