Hay quienes lucen las nacaradas perlas
sin haber sentido el dolor de la ostra
remilgarse en el fondo del mar sin verlas
heridas por diminutos granos de arena
besando sus labios coralinos
en un éxtasis de fricción serena.
Hay quienes miran las estrellas
y creen que solo son luces difusas
que titilan como imaginarias musas
adornando el cielo de constelaciones bellas
Hay quienes disimulan el dolor
con una sonrisa sardónica
pero dentro mueren de amor
y ruegan una muerte salomónica.
Hay quienes con apacible mansedumbre
besan los labios de su amada
mientras hilan lentamente la urdimbre
de una pasión desenfrenada.
Hay quienes yendo por el camino
angosto alcanzan la gloria
de ver sus sueños hechos historia
ilusorios amores que hicieron su destino.
Hay quienes llevan la frente en alto,
desarrapado el pecho
son los que tienen la vida en vilo.
No buscan caricias mancebas en un lecho
huelgan sus sentimientos en desdén intranquilo.