Ángel Plaza Simón

En mi Defensa, Señoría.

Carne y versos de puro amor,
bordeando los abismos,
como gatos inconscientes
olvidando su finitud.

Hazte así, que tienes polvo de eternidad en los párpados. Aunque las madres ya no quieren princesas ñoñas, para evitar posibles demandas de Disney.

Y que sepas que el último unicornio murió de diabetes, con su irisada cabellera hecha una mierda, por los tirones de las impúberes aprendices de peluquera.

Y que sepas que el último dragón murió de pena -de pena de la buena, de la pena negra- porque no podía abrazar sin desgarrarte, porque no podía besar sin abrasarte.

Carne y versos de puro amor,
bordeando los abismos,
como gatos inconscientes
olvidando su finitud.

Así cantará la copla, por la princesa macarra, por el unicornio enfermo, por el dragón triste.