Esos sueños, los placenteros
 a tiempo que no he vuelto a tener
 otros tengo
 se han vuelto recurrentes
 y sofocando el descanso
 traen entretejidas sus intrigas
 veo mucha gente padecer
 en la otra orilla de mi mar
 es que traje mis navíos, buscando buen puerto,
 helos, astillados oxidados, con el ancla bien fondeada
 y yo el capitán de la escuadra 
 inerme, atado en la punta del mástil
 ¡qué hacer! prisionero de no sé quién
 pregunto a todo el mundo
 por desgracia ¿quién me mandó al carajo?
 ¿no existe un grumete que me pueda desatar?
 ¡No señor!
 en la orilla de mi mar esto no me puede suceder…
Copyright © Rodolfo Dondero Rodo
 15.03.17