kavanarudén

Noche

 

Desciende lenta la noche.


Acaricia con su mano gris todo lo que toca.


Mientras avanza, sus amigas las estrellas se hacen presente.


La luna aún no se asoma al horizonte, ella le prepara su presencia.


Cesan los cantos de las aves que buscan impacientes sus nidos. Merecido descanso les espera.


El viento suave del norte se torna fresco y trae consigo el dulce aroma a azahar.


Un placer caminar por los naranjos en flor. Ver las luciérnagas que alumbran el camino oscuro. Adentrarse en las tinieblas solo alumbradas por la vía láctea. La noche tiene su magia, su encanto particular, sus sonidos, cantos, lamentos que se escuchan más en la medida que el ruido citadino cesa.


Escuchar el riachuelo que incesante va al encuentro de su amado mar deleita. Es música suave que relaja.


Contemplar el astro lunar que se hace presente, subiendo lento detrás de las montañas, mientras sus rayos besan todo a su paso, es una experiencia mística. Solo el silencio tiene cabida, elevando el pensamiento y evocando recuerdos lejanos que engrandecen el alma.