“Sintiéndome grande me atreví a soñar/ y aunque ahora sin ti me siento pequeño,/ me está prohibido despertar/ si no te he visto en mi sueño”.
Te lo confieso, estoy perdido en ti,
en los caminos que en tu cuerpo veo;
en los laberintos de tus labios carmesí,
en las curvas donde manda el deseo.
Perdido en tu mirar que me desboca,
en esa desnudez que en ti se vislumbra,
en cada “te amo” que sale de tu boca,
en esa luz en tu alma que me alumbra.
Estoy perdido en tu realidad que es sueño,
perdido en tu sueño que para mí es real;
en tus ansias de las cuales soy el dueño,
en tu amor que al amor de nadie es igual.
Perdido en las aguas de tu cuerpo mujer,
sumergido siempre, respiro entre ellas;
perdido en el poema que por ti he de hacer,
en el cielo de tu piel y en tus estrellas.
La verdad ni sé desde cuándo me perdí,
ignoro el día en que comencé a amarte,
tal vez desde que unos versos te escribí
y descubrí que ya no lograba olvidarte.
Lo cierto es que desde entonces estoy
contigo en el mayor de los extravíos,
perdido entre promesas de amor voy,
prometiendo secar mares, detener ríos.
Pues es tanto lo que te amo que desvarío
y pierdo la cordura y te amo en mi demencia,
perdido cuando sin ti lloro o contigo río,
perdido en la maravillosa luz de tu esencia.
Que no me busque la gente, yo soy aquél
que vive allí entre tus poros susurrándote;
cuando sepan que me extravié en tu piel,
sabrán entonces que me perdí amándote.
Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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