Moisés Sánchez

El diablo y la mujer.

Le pregunté a dios el por qué de mis males, porque estaba obligado a unir mis manos por el, a ahogar a las mujeres en mi río o perderme en sus delirios...

La observé venir con una mirada tan inocente que sabía que no podía serlo, su pelo sirvió de red a mi deseo al incitarme al coqueteo con solo verlo.

 

¿Porqué haces esto dios?

 

Ella posee un cuerpo por el que te he implorado en mis sueños, su disfraz de pureza se apoderó de la piel y de mi deseo de tener sus blancas piernas enredadas con las mías.

 

¿Qué te ganas con esto dios?

 

Su cuerpo emana poesía, muero porque decore mi libreta, porque su nalgas decoren mi desnuda vista y sus manos hagan una hamaca que acaricie nuestras pieles.

 

¿Ella se habrá dado cuenta de mi dios?

 

Que injusto que solo yo sepa de ella y ella no sepa de mí; bendita sea la poesía al encontrar en ella la inspiración y en mi el comienzo de lo perfecto...

 

Pienso que no tiene sentido encontrar a una deliciosa musa - aunque no sepa que lo es - cuando yo ya tengo a la mía;

¿No fuiste tú quién la puso en mi camino? ¿Tu benevolencia existe?

 

Ahora creo que todo es posible, tanto así que creo que fue el diablo quien la puso en mi camino.