Mónica Ledesma Villegas.

CADENA DE AMOR.

Sigo aquí, sin poder dormir, apreciando las estrellas en esta gélida madrugada, cruza por mi mente una sarta de bobadas ante un vacío existencial que no logro llenar.  Y me pregunto: ¿Qué sentido tiene la vida, si al final igual hemos de morir?

Hoy no te escribo versos, es mejor alejarme de ti, mi rostro se deforma al pasar el tiempo, las crisis no cesan y mi alma cada vez se oscurece por la rabia y el dolor. Es mejor que guardes un recuerdo de nuestro amor de ayer, como aquel beso, nuestro primer beso bajo la sombra de aquel cerezo de semillas color invierno donde me demostraste tu amor sincero. 

Sé que me odiaras, que a donde quiera que vayas me maldecirás, sin embargo, segura estoy que en cada fuente te detendrás a pensar, y recordarás mi sonrisa, tan peculiar, nerviosa y bonita que solamente a tí te pude entregar. 

Es mejor alejarme de ti definitivamente por y para siempre, mi tiempo se acaba, esa luz que vive dentro de mi camina directo al umbral, y al mirar a la gente solo pienso en odiarla, más soy consciente que cada uno carga sobre su espalda su propio mundo de nostalgia.

Soy una persona amarga, postrada en esta cama, sedienta y hambrienta de una justicia del pasado que hoy no vale nada. ¡Te imploro! no te molestes en buscarme, toma esto como simples letras escritas con tinta de mi propia sangre, que hoy renuncia a este amor marchito, de planes destrozados que guardo en pedazos bajo un pañuelo blanco.

No te digo adiós, sino hasta pronto después de la muerte, aquí en la tierra lo que llamamos amor, parece más una dependencia emocional con piedras volcánicas en nuestro camino, como nuestra relación, basada en celos de mil amores, discusiones e imposiciones; simplemente...imposibles para mí de acatar. 

Toda mi vida deseé vivir un amor de antaño, hoy en día es pedir demasiado, me voy contenta sabiendo que amé a mi manera, a pesar de tantos bloques obstruyendo mi camino de por sí empedrado por esta enfermedad sin cura que tanto me atormenta.

Nunca volveré, mi alma cruzará el portal directo a mi propio paraíso, dejando atrás el pantano desolado, y al final nada habrá sido en vano. Entonces comenzaré a vivir lo contrario, una vida de paz sin un cuerpo encadenado ante una sociedad basada en la doble moral que no acepta un desengaño.

No te digo adiós vida mía, no pretendo una despedida, mi amor por ti seguirá existiendo más allá del firmamento; debes sentirte contento. A pesar de la distancia, al inicio, en cada estación del año, tres minutos te vendré a cuidar por medio de un gorrión blanco, una oruga, una nube, en el mismo aire de otoño de tu respirar, jamás me verás, más te puedo asegurar... me sentirás, como está última noche que nos pudimos amar.