Rubí Bernal

Ilusión esperanzada

Disculpe, caballero,

por éste, mi atrevimiento.

Pero, ¿cómo ignorar esta ilusión

que desde que lo vi a usted en mí creció?

 

“Amor a primera vista”, eso creo que es,

verlo sonriendo me hace sentir desfallecer.

Es decir, ¿cómo es posible que una persona

a la cual no conozco con certeza,

tan sólo de verla me hace entorpecer,

su sonrisa y su mirada me emociona,

además de que crece mi atracción hacia usted?

 

Hoy he de confesar un par de cosas

(que por tanto he creído que para usted han sido obvias),

y es que en cada oportunidad que tengo

miro a su dirección con sentimiento.

 

Disculpe, si es que esto le molesta,

no ha sido mi intención haberlo incomodado.

Pero pienso hasta ahora cosas positivas de su ser,

aunque no lo conozco, de usted me enamoré.

 

Confieso que la esperanza en mí renació,

que su presencia en mí despertó

una ilusión, un nuevo deseo,

un sueño en el que a usted conmigo lo quiero.

 

Hasta ahora no ha terminado esta emoción,

creo ciegamente en que es esa persona,

a quien esperaba, a quien soñaba,

aquel que me hiciera sentir lo que es amor.

 

A la vez tengo miedo de conocerlo,

que el cielo se oscurezca, o despierte de este sueño,

decepcionarme o haber creído falsedades,

que no resulte ser lo que yo más anhelo.

 

Aunque no ha existido nada

que me haga desistir,

y tengo grandes esperanzas

en que tú seas para mí.

 

Mi dulce amor a primera vista,

difícilmente te olvidaré,

este deseo es el que me guía:

la ilusión de que algo pueda ser.

 

Veamos qué nos deparará el destino,

si usted es para mí, o si algo debe suceder.

Dejemos que lo que tenga que ocurrir, pase,

pero recuerde, usted:

para mí, el conocerlo, siempre un gusto va a ser.

 

Amor a primera vista, jamás te olvidaré.

Fuiste una ilusión que por siempre recordaré.

Me gustas, ahora es tuyo mi corazón.

Sólo con verte te has ganado mi amor.

 

No sé mucho de ti,

no conozco tu personalidad.

¿Qué te hace feliz?

¿Qué te hace llorar?

¿Qué es lo que te gusta

o te hace suspirar?

 

No sé si hay alguien en tu vida,

le pido al cielo una respuesta.

¿Acaso tu vida ya estaba hecha

y esta esperanza debo darla por perdida?

 

Quizá no hay nadie

y tengo una oportunidad,

tal vez pueda lograr

que de mí te llegues a enamorar.

 

La verdad es que hay otras dificultades,

ya que tú te vas, yo me quedaré.

Tú volarás por otros aires,

mientras que mi vida yo aquí seguiré.

 

¿Debería aprovechar estos últimos días

que me quedan para verte,

o debo empezar a ignorarte

y hacer que ahora me seas indiferente?

 

Has estado tan cerca de mí,

a mi lado te he visto pasar.

Te he querido algo decir,

pero la triste realidad

es que de mis labios ni un “hola” ha podido salir.

 

¿Debo despedirme acaso,

o debo distanciarme con cautela?

¿Debo hacer algo para ver si te atraigo

o sólo debo ignorar tu presencia?

 

Dulce amor a primera vista,

¿qué es lo que debo hacer?

Mi corazón te llama,

pero mi mente no quiere ceder.

 

¿Seré yo lo que tú esperas en tu vida?

¿Habrá algo en mí que te cautive?

¿Debo animarme a tener una charla en armonía,

o dejo que el pequeño temor me derribe?

 

Hace tiempo escuché un par de notas,

y una bella letra las acompañaba.

Inevitablemente pensé en su persona,

usted era a quien me recordaba.

 

Trataba de una ilusión,

que con el tiempo falló.

Un romance perdido,

la distancia en él hizo dominio.

 

¿Y si eso aplicara en esta situación?

Usted es mi amor a primera vista,

pero no tengo algo seguro en el corazón,

¿será que en verdad es el amor de mi vida

y no me había dado cuenta yo?

 

No sé cómo averiguarlo.

Bueno, sí sé, pero me da miedo intentarlo.

¿Y si te decepcionas al conocerme,

o no tienes el interés en quererme?

 

Y si usted no es acaso

eso que por tanto tiempo he buscado…

¿qué se supone que haré?

No sé si así lo llegue a querer.

 

O tal vez sí, ¡no lo sé!

Quiero conocerte y saber cómo eres.

Verte a los ojos y decir estas palabras

que desde tanto he tenido acumuladas.

 

No te conozco y ya te amo.

Eres de la vida un dulce regalo

que me hizo de nuevo creer en el amor,

que me hizo de nuevo palpitar el corazón

 

por alguien, ajeno a mi realidad,

a distancia, pero sintiendo esto igual.

Ignorando lo que piensa el mundo, ésta es la verdad,

sin conocerlo, lo he llegado a amar.

 

Creció en mí la ilusión, la esperanza de un cariño,

el sueño de tener algo contigo,

que tú me quieras y algo conseguir;

sin importar ser desconocidos, querernos sin medir.

 

Quisiera romper esta barrera

que encierra al amor platónico típico,

destruir esa brecha, romper las cadenas,

hablarle y alejar ese miedo mítico

 

que hace presencia ante un nuevo cariño,

ante esa ilusión que parece de un niño.

Del clásico amor a primera vista que envuelve el alma,

del que sólo hace falta una mirada

 

para caer en las redes y sentir la magia

y creer que todo se vuelve un sueño

que llegó para quedarse, volverse el dueño

de esta esperanza que se anhela no sea vana.

 

Discúlpeme, caballero,

por dedicarle tales palabras.

Ya no podía tenerlas guardadas,

por eso hoy se las confieso.

 

Y por favor disculpe mi atrevimiento

al hablarle de tú y no con el debido respeto.

La emoción me hace hablar de más

y no lo puedo controlar.

 

Permítame aclarar,

de una vez por todas,

que reconozco que la atracción

en su físico en un inicio se basó.

 

Pero eso cambió después,

el querer saber de ti aumentó,

el deseo de conocerte creció,

incluso mi compañía a la tuya idealicé.

 

Te he observado por un tiempo,

en esas veces en que en lugares coincidimos,

y he notado que los caminos

que sigues demuestran algo que espero

 

no equivocarme y estar en lo correcto,

para hacerme a la idea de tu figura,

recrear en mi mente una posibilidad no nula,

y sentir esto como conocerlo.

 

Noto un silencio en ti al estar con tus amigos,

he visto que te alejas con indiferencia,

ocasionalmente sueltas suspiros

y parece que la charla para ti no es amena.

 

Guiándome por la apariencia

que das de una persona silenciosa,

ahora debo afrontar esta sentencia

que gané al fijarme en quien no toca.

 

No corresponde por ser desconocidos,

este sentimiento, la verdad, no lo tienes merecido.

Tú no has hecho nada para ganarte mi alma.

Entonces, me pregunto, por qué alumbra en mí esta llama

 

que había consumido el destino

y parecía no querer volver a encenderla,

eso fue hasta que noté su presencia

y mi vida tomó un giro

 

inesperado que encendió la lumbre

que calienta hasta aquel hielo

que congelaba mi corazón herido

y lo derrite para que no sea tan lúgubre

 

el interior de mi persona

a la cual lastimaron los sentimientos

de forma cruel, llena de saña,

o le arrebataron la ilusión y deseos

de una manera vana.

 

Te doy con esto mi manifiesto,

espero haber explicado bien los puntos

a los que de quererte me condeno

porque de ti no sé mucho.

 

Ante este presente te confieso

que ya había caído en la ilusión antes.

Ahora usted entiende el miedo a decepcionarme

y el por qué roto el corazón tengo…

 

O tenía, ya que tú me diste

una nueva fe en la cual creer,

tu presencia en la oscuridad una luz fue,

y curar las heridas en mí conseguiste.

 

Sé tu nombre y a qué te dedicas,

pero eso no me lo has dicho directamente,

de ello me he enterado por otros lados,

disculpe, la curiosidad me invadía.

 

Desearía tener la valentía

para acercarme a saludarte,

decirte “hola”, hablar en armonía,

charlar con usted, mi compañía brindarle.

 

Quiero saber más de ti

pero que las cosas salgan de tus labios.

Ser tu amiga siquiera, hablarte a ratos.

Conocerte, eso me haría feliz.

 

Tengo la esperanza

de armarme de valor,

acortar la distancia

que hay entre los dos.

 

Dejaré que sea el destino

que determine si hay un “nosotros”,

sigamos el juego predicho

y veamos quién se queda el trono.

 

Disculpe si ha sido evidente

el interés que tengo en usted.

Han sido casualidades, ¡entiende!,

te veo, sí, pero no todas las veces.

 

En ocasiones sólo paseo mi vista,

y por coincidencia se enlaza con la tuya;

la desvío con vergüenza, la duda

de que lo hayas notado me domina.

 

Caballero, a veces no noto su presencia,

pero cuando lo hago sonrío un poco.

Si digo que usted me es indiferente, mentiría;

es quien trae a este corazón loco.

 

Estoy profundamente interesada en ti,

me gustas, me gustas demasiado;

tu figura, mirada, tu comportamiento en tu espacio,

esto es lo que me ha atraído así.

 

Disculpe, caballero,

por éste, mi atrevimiento.

Por intentar conocerlo,

por creer que es el correcto.

 

Y cómo no pensar eso,

si esa apariencia es la que usted emana.

Que sea lo que espero, conocerlo,

forjar juntos un sueño,

que lo que imaginé sea una verdad exacta…

Ésta es mi ilusión esperanzada…