Humanas como nadie, las cubre la ternura,
y tienen magnos halos que llenan de fulgor,
igual que las estrellas, con regio resplandor
al mundo dan su brillo, cubierto de dulzura.
De solo dulces galas las viste la Natura,
y son la gran lumbrera repleta de calor,
conservan en el alma la cura del dolor,
y son de nuestra vida, fuentes de leche pura.
Sus dones son tan bellos como la luz dorada,
y brindan con despego magníficos quereres,
prendidas de cariño, caminan la jornada
envueltas con el manto, que tiene los poderes
de hacer de nuestros lares, la gloria mas preciada;
por eso siempre grito: ¡Bendita las mujeres!
Autor: Aníbal Rodríguez.