M.G.Ratia

MANOS

 

Manos, las de un hermano,
manos, las que al girar
damos por bueno el cambio.
Manos las del juglar
que tocan decididas
su instrumento al compás,
de las manos amigas,
del director general.

 

Manos que me enloquecen
finas cual papel de fumar.
Manos del cirujano
con un pulso singular.
Manos del escribano
que escriben todo al pasar,
las de papel de lija
hartas de trabajar.

 

Manos llenas de anillos,
manos de la amistad,
matan el gusanillo
cuando te quieren matar.
Manos con cinco dedos,
manos de la verdad,
las del juez que va de negro,
las manos de la moral.

 

Manos del niño blanco,
manos, las de color
verdes y anaranjado.
Manos, las del rubor,
que se esconden detrás del cuerpo
cuando brilla el amor.
Manos, las de este juego,
que el azar me regaló.

 

Manos bien perfumadas,
las manos del señor,
las que ordenan y mandan
en manos de un reloj.
Las manos del reloj mismo,
que esperan con fervor
que pase lo que no pasa
y que no pase lo que pasó.

 

Manos en forma de manta
que tapan el corazón
que cubren cuando hace frío
que alivian de la calor.
Las manos del pianista
manchadas de precisión
las últimas de esta lista
las manos de Salvador.

 

(A Salvador Campos, maestro de piano de la Escuela de Música de Almensilla)