José Moscoso Vega

Chispa.

Narración. 


Era una de esas mañanas soleadas de verano, observé una gata blanca con pintas amarillas, en el pequeño patio de la casa, se notaba nerviosa, estaba en territorio ajeno, pues ahí ya habitaban dos gatas mas, Toti y Sushi, se notaba flaca, y hambrienta, y al menor movimiento que hice, empezó a correr alejándose de prisa.


Por varios días se apareció en nuestra casa, poco a poco Toti y Sushi (madre y hija) la fueron aceptando, ya se notaba más confiada, después vino la aceptación por parte de mi esposa, pues habiendo dos gatas, no parecía estar de acuerdo con otra más, sin embargo; aquel animalito le simpatizó, y su noble corazón hizo que aceptara un nuevo miembro de aquella especie felina.


Ahí, en aquella mesa del corredor, en un frasco plástico, la gata comía junta a sus nuevas amigas, se dejaba acariciar y poco a poco iba recuperando su figura marcada por el abandono, pasaron varias días desde aquella aceptación de la minina, y todo parecía marchar muy bien, ahora eran tres miembros que formaban el grupo de esos nobles animales, y ya hasta se le había dado un nombre a la gatita, su nombre era; chispa.


Había caído la noche, y en medio de la oscuridad de aquel patio, donde una mañana apareció chispa, escuchamos unos agudos maullidos, encendí la luz, y ella estaba ahí, con un gatito en su hocico, y me miró como pidiendo la aprobación para traerlo a su nuevo hogar, mi esposa con aquella ternura que le caracteriza, alistó una caja, en el fondo de la caja, preparó un suave nido con telas, y acomodó ahí el crio de chispa. Ahora comprendía aquella característica de la gata, (sus tetas crecidas) lo cual habíamos pasado por alto, bueno parecía que todo estaba resuelto, ahora era una gata más un gatito, procedí a apagar la luz y cerrar la puerta de acceso al corredor.


Era tiempo de descansar, recién nos habíamos acostado, y nuevamente escuchamos maullidos, pensamos que era el recién llegado, sin embargo; parecían maullidos diferentes, nos levantamos, y ahí estaba chispa con otro crio en su hocico, tratando de depositarlo en la caja que se había preparado como nido.


Todo parecía que aquella gata era madre de varios críos, nos quedamos levantados esperando el final de aquel transporte de gatitos, y así, uno a uno, fue trayendo sus hijos, hasta que trajo sus cinco retoños.


Inteligentemente había buscado un hogar, no solo donde le aceptaran a ella, sino también donde sus hijos fueran recibos, ahora tenían un lugar apropiado para vivir, techo y alimento.


Pasaron los días, los críos crecieron, los esterilizamos y nos garantizamos que fueran adoptados por personas que los amaran, la gata se ubicó en la casa de mi madre, y cada vez que voy a la casa de mi mamá, saco un ratito para acariciar a chispa, y recordar como apareció en nuestras vidas.

 

J.Moscoso.
Derechos de Autor reservados.
José Antonio Moscoso Vega.
Costa Rica, Puntarenas, Corredores.
26 de febrero 2018.