Dejamos
cada día después de nacer,
cada segundo de nuestra existencia
dejamos ir el todo con el que nacemos,
un día nos encontramos un pie,
unos dedos ínfimos,
y al darnos cuenta que son nuestros,
dejamos de ser indivisibles
y pasamos a estar formados de partes,
Partes que vamos dejando
aquí y allá,
partes que seguimos partiendo
para dejar pedazos detrás,
la propia piel nos abandona de a poco,
se renueva- dicen-
y cada instante, por tanto,
somos menos de lo que fuimos,
y tenemos que salir a buscarnos,
Ya por el aire desnudo, ya en el cobijo de otros brazos,
o buscarnos en la soledad más arraigada
de los propios pasos,
buscarnos lo dejado
y encontrarnos los trozos de nosotros mismos,
desperdigados
por el sendero atrás hecho
las veces que lo remontamos.