Inolvidave

S I L E N T E

 

 

Tú, esa cardiopatía.

La clandestinidad, ese aderezo.

El olvido, esa falsa demencia...

 

\"Si no era Amor , era vicio. Por que Jamás una boca me hizo regresar tantas veces por un beso\" -- German Renko --.

 

La guarida: Un motel de gran cortina.

Ansiedad, cerrojos rusticos , sábanas recién tendidas y un control remoto que nunca se ocupo. -- Pues el espectáculo corría por nosotros --

 

La discreción, esa navaja de doble filo.

El recuerdo, ese quiste.

La indiferencia, esa esquirla...

 

Charlas que abarcaban nuestra infancia

y revelaban el porque de su rigidez y el porque de mis malos hábitos.

 Mientras ella me daba a entender que nació demasiado pronto, yo no sabía que ella me haría morir a temprana edad.

 

El beso, esa bala.

El sexo, esa droga.

 

Se transmino dentro de mí

mientras mi oído se familiarizaba con la percusión y la timba,

las noches siempre estuvieron condicionadas por el reloj , sus hijos

y su vida alterna.

 

Me mastico el alma como lo hacía con mi piel

y me enseño que la experiencia es el atajo idóneo para llegar más rápido a un corazón.

 

Mi época se le hacía banal, y su época a mí, se me hacía maravillosa , me decía \"belleza\" cuando tenía la ocasión y yo le apode \" el dragón \" por lo guerrera que era.

 

El abrazo, esa resilencia.

El baile, esa terapia.

La amistad, ese espionaje.

 

Me enamore distinto

no era una historia normal,

había un abismo de edad

y un atajo en nuestro ombligo,

caligrafía en servilletas

y arroz con leche los domingos.

 

El resentimiento, ese veneno.

La mentira, esa cuchilla.

El amor, ese inefable.

 

Me decía que nuestro amor

mientras más silente mejor,

que los reflectores no,

que las fotografías tampoco,

que agarrarnos la mano de a poco,

que el mundo echaba a perder lo que veía

y que eso nos incluía a los dos...

 

La fidelidad, ese crucigrama.

La bondad, esa carencia.

La sinceridad, esa asuente.

 

Para mí su sonrisa nunca iba a envejecer

y eso me daba sol para quedarme,

le aprendí lo que no tenía que ver y le enseñé que nunca es demasiado tarde.

 

La espera, esa vejez.

La risa, esa adolecente.

La mirada, ese grito fuerte.

 

No cabe duda que yo la devolví a la vida ,

la regrese al carril.

Pero esa mujer me enseñó algo aún más importante ... No amar jamás a quien no te miré a los ojos cuando bailes...

 

Autor: Dave Córdova.