Zenser

3er. Día (o Primer miércoles)

 

La oscuridad suele llevarse con la frialdad, y cuando esta cubre el alma enteramente, poco a poco se siente como se entumece la fibra más fina del alma mater. Al final, uno se acostumbra.

 

El sol rozaba delicadamente a los pueblos, como quitando aquella blanca cortina de una ventana rota. Algunos más cercanos: los privilegiados, por vivir más cerca del este; y otros más: los trabajadores, los que madrugan y laboran.

 

Aquella cobija abrogaba tan bien a la tierra, que por las calles no dejaba colar lo ajeno, el frío circulaba.

 

Empezaba la batalla entre la fría indiferencia contra lo cálido del amor. Uno, no quería ceder por orgullo; y el otro, aceptaba aquella templada combinación.

 

Ante aquella victoria, la indiferencia, que no vio el error en su victoria contra el cálido amor: nadie gana, solo uno ocupa el lugar del otro.

 

Las manos suelen percibir lo frío del cuerpo o los síntomas de lo que a veces es inevitable, la agonía del corazón.

El frío ocupa el lecho donde el calor durmió.