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A DURAS PENAS

...y aquellas flores de aniversario,
marchitas, en un jarrón sobre la mesa,
como frágiles recuerdos pasajeros,
en el humo del tranvía de los años.
Ni un pétalo seco guardado y recogido,
albergado en las páginas de un libro,
entre hojas del libro en que goteaban,
historias llenas de amor y de magia.
Detalles, tan solo detalles.

...y aquella suave y cálida manta,
la cual tendría que servir para cubrir
esas piernas algo frías y fatigadas
después de cansinos y largos viajes.
En el estante, a la vista cada dia,
esperando ser doblada, recogida,
tras la entrega en un catorce,
envuelve a ese alma  joven

y un rojo corazón con su palpitar; 
nada caduco, de quinceañero.

...y aquellos últimos mensajes tardíos,
porque parecía se les fugara el tiempo.
Se jactaban las manos de cansadas,
las uñas de rotas y astilladas,
o quizas, habianse desvanecido de repente
las fuerzas, las ilusiones y los sueños.


...y aquel soneto,
ausente de rima nada hería,
sólo esgrimía sabias razones,
merececiendo la pena de amar.
Soneto, olvidado en el trastero,
entre ropas ya viejas sentado,
esperando la atención del ser leido,
saboreado, comprendido y apreciado
para echarse en el reposo a descansar.

...y aquella puerta entreabierta
tras la cual siempre, siempre,
una sonrisa risueña se escondia
para salir a jugar danzando conmigo,
brincaban, dentelleando esos labios,
tatuando lo más profundo de mí.


...y la hamaca te espera despierta...
y los cubiertos se visten de luto...
y lo que estaba abierto se reja...
evaporandose la libertad
existida, al estar a mi lado, tú.