El tiempo que implacable pasa, no dará tregua y por más que al cielo le pida llorando que no se te lleve, te llevará sin dudarlo. La vida frente al amor manda y quizás te vayas, antes de tan siquiera haber comenzado.
El mismo tiempo, el contable, no es para todos igual de extenso, pues pasa de forma distinta para quien no ha sabido aprovecharlo. Y es así, como algunas vidas pasan casi imperceptibles a una misma y apenas sin notarlo, porque no sabías para qué, ni por quién vivías...
Vidas paralelas ¡Tantas caminarán! Y no habrán de encontrarse nunca!. Aunque algo tarde, tuve yo, una suerte inmensa, una línea secante se cruzó en mi vida, cuando ya me daba por vencida, sin saber por dónde iba, si era el destino o era yo, la culpable de tanto desatino y desdicha.
Desde que te tuve, aunque a trompicones y en perpetua lucha, al menos supe con certeza que el amor existía, que de nada había que arrepentirse ni buscar culpables y que llegaste a mí, como un milagro que hizo que mi existencia, volviese a tener sentido.
Gracias por aquel regalo y pese a que el desamor nos separó sin yo esperarlo, al menos sé que te fuiste habiendo sido amado y yo quedé…encantada de conocerme. No obstante, sigo mirando al cielo para decirle que no tengo prisa alguna, que te seguiré esperando mientras mi corazón quiera. Y me pareció entonces, que un ojo inmenso, azul y grande, amable me guiñaba cómplice de mi esperanza.
Pilar González Navarro.
Febrero 2018.