Rerumnovarumcupidus

San Eduardo

Jolgorio, alegría ebria

Un olor a estiércol de caballo

Viaja en el aire

Los ponchos y los sombreros

Las botellas en el suelo

La pólvora vuela y se revienta

Sonidos de botellas

Las canastas van y vienen

Un juego macabro se apuntala

En la plaza roja la masa espera

La victima mancillada

Herida

Su fuerza rebajada

Ante los pies de un payaso de brillantes

El circo, los gritos y sangre nuevos

La pólvora revienta

Los caballos rondan la plaza

En inocua exhibición de su belleza

Las palmas crecen huyendo de la tierra

Los niños juegan en la plaza

Imitando de los grandes sus juegos.

 


El agua amenaza ahora

Con escurriese a gotas desde el cielo

Toda la concurrencia de las calles

Se meterá en alguna tienda

Al olor agrio de los cuerpos

Y la cerveza y el guarapo reposados

Continuando la ebriedad de las fiestas,

Bajo la carpa seca de una esquina

Escapan también del agua

Que ahora es más copiosa.

 


De una esquina de la plaza

Surge la comparsa

Rompiendo el silencio

De botellas y risas a carcajadas

Delante cinco toreros

Detrás unos diez caballos

Cada uno con su bestia

En desfile hacia la plaza

Abotargada en sed de sangre

Desteñido su rojo

Sobre los ojos congestionados.

 


La lluvia amenazante

En aguar la fiesta

De improviso amaina

Inundando las calles

De nuevo en correría

En chicha amarga  y en cervezas

En gritos en la plaza

Que no dan espera

Pidiendo sangre

El torero saca pecho

Y como gladiador a la arena

A representar un teatro fatuo


Ya de centurias ennegrecido.