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Vividores, los fabulosos matadores

En la siguiente crónica de esta jornada, marcada por mi visita al matadero de los servicios sociales, otros que han emprendido el mismo camino, lo han comprendido, y me ha sorprendido gratamente  escucharlos balar como unas reses que matan en medio de la calle. La misma herida de la bestia, la misma herida del pobre, la misma muerte ante el publico contaminado. He caminado entre las calles de mi casa a los servicios sociales, adornadas con carteles de festejos taurinos, sabiendo que a la barrera a la iba, era una falsa barrera por donde entraría el matador a darme el golpe.  A la entrada de la puerta,   esperaban dos mujeres discapacitadas apoyadas en el marco.  Me he santiguado como nunca. Ellas me han bendecido sacando sus  manos  de brujas de bajo el dornajo.

!Que Dios le guarde caballero!

Gracias hermanas. Sus bendiciones son justicia sobre mi cabeza.

Al entrar   la luz por la puerta, los rostros hundidos en el suelo se han levantado con miedo para ver  si era alguien que venia a buscarlos con la navaja en la mano.

Al tomar asiento ha vuelto  la oscuridad, las cabezas han vuelto a la tranquilidad del frío suelo.

Durante cinco minutos casi de muerte y silencio, pensando cada cual, como sería su vida   si le fuera algo mejor, cuando de repente,ha ocurrido algo extraño, que quizás expliqué algo más…. de lo que pueda  parecer.

La puerta se ha abierto con ímpetu, y ha entrado un chico joven, delgado pero a la vez atlético. Carne morena aceitunada, pero sin ser plenamente gitano, solo parecido, como los pertenecientes a los canis.  Parecía muy agitado psicológicamente. Su rostro expresaba  una muestra de rabia e indignación, como jamás he visto en un canis. Lo sorprendente del caso… era  el motivo que ha explicado sin venir a cuento delante de nosotros.

Vengo del Ayuntamiento, de reclamar mis derechos, y me han dicho que me vaya a tomar por culo.

Su confesión, que de he decir que no ha sorprendido a nadie, y que solo ha servido para que el resto de personas agachara  aún más la cabeza ! hasta el punto de hacerlas desparecer de sus cuerpos!- La única reacción que debo mencionar ante la declaración del chico entre  nosotros- ! ha sido la mía! que si no recuerdo mal, ha sido una carcajada.

Tras su confesión, el muchacho se ha sentado algo más tranquilo. Lo ha hecho a la distancia de dos cuerpos cerca de mi, concretamente el de una mora y una española, no muy altas por cierto. Lo que me ha permitido examinarlo si que se percatará. Ha parpadeado algunas veces para a continuación, quedar sumido en una profunda meditación existencial, cuyo resultado no puedo desvelar porque me he ido antes de ver su siguiente reacción. Este acontecimiento me ha servido para completar mi crónica con una canción. Esta canción, de gran contenido social, es de las pocas que me ha hecho llorar por la emoción que me produce. Se trata dela famosísima canción Matador del Fabuloso Cadillac. Las imágenes de los carteles de los toros por las calles, los rostros de difuntos de la gente de servicios sociales, los gestos y palabras de los funcionarios y políticos locales, la policía local en las esquinas, las banderas fascistas en los balcones….

II.

vividores, los fabulosos matadores. dedicada a este chico, sea quien sea.

Nací en un sitio donde no hay trabajo y si mucha fiesta todo el año.

Me fui educando en Vall d´Uixó para llegar el primero en un barrio donde no llegaba nada y había de todo. Vestía ropa nueva como si fuera rico y andaba de bar en bar todo el día en la calle. Por eso me llaman… el vividor.

Pero me siento extraño como un enfermo porque no sé lo que hago.

Sé que estoy sano aunque me muera de asco.

Cuando sale la luna al que me busca me encuentra siguiendo al toro con sus antorchas por la calle. Por el día si me busca el gayo me encuentra bajo las santas sábanas.

Me llaman el vividor aunque me muera de asco.

Siento odio al verme reflejado en el espejo.

Y cuando me llaman matador me ofenden, porque siento que no hay nada claro ni alegre en esta fiesta donde no comprendo como me están matando.

Vividor, vividor, vividor, vividor.

Conforme pasan los años sigo montado en la misma barrera mientras los demás se han ido ya. Maldita sea Virgen de los remedios dame tu consuelo que no entiendo este mundo ni que ha pasado conmigo.

Me llaman el vividor y me muero de asco y pena en la misma barrera.

Angelillo de Uixó