Viviana Vásquez.

Un millón de segundos.

Usted no tiene la más remota idea de lo fascinante que se ve cuando sonríe cantando y deslizando sus pulidas manos por las cuerdas de esa guitarra color madera. Tengo la ventaja de mirarlo sin que usted pueda preguntarme qué pasa en mi mirada cuando lo aprecio y los hoyuelos de mi rostro aparecen sin pedir permiso, no sé qué tiene pero se hace adictivo apreciar cada rincón que compone su simétrico rostro. 

Su presencia ordena mis días, cambia la rutina y la convierte en un itinerario que debo terminar pronto para escuchar su voz; cada palabra me transporta a un mundo nuevo, pone en calma mi corazón y nerviosa mi mente hasta el punto de temblar cuando usted me observa fijamente. 

Me gusta cuando escribe para mí, cuando crea metáforas y me explica el amor a través de ellas, nunca imaginé las perspectivas que usted extrae de su bonita mente y no sé pero, gracias por dedicarme el millón de minutos que ya están contabilizados en el cruce de nuestra existencia.