BorjaFreinan

Las garras de la muerte

Y Aún cuando no estas presente azotas mi nostálgica mente.
Y aún cuando te vas, sigo esperando que volverás, ¡Oh, tú! Te escapas de mi manos, para volver pasados los años y darme un baño en mis daños.

Me haces buscar en mis viejos libros, historias de otras personas que me hagan recordar aquellos días que mi dolor amó, hay polvo en mi estantería, una mota de esperanza entre tanto polvo. Alguna vez ese polvo fue alguien que sentimientos sintió. Pero el implacable tiempo con su gélido frío a niveas estancias lo arrastró, y en la blancura de la nada se cayó.

Fue evanescente tu amor, como un sopló se esfumó, y en el insondable abismo del olvido se perdió. Y aún cuando cantabas tu voz erizaba cada milimetro de mi piel. Y aún cuando tus besos se derriten en mis labios, y siento el sabor de la imperecedera miel. Y aún cuando en mi último momento de vida, recuerdaré que estás ahí, esperando el silencio silencio y que de el surja un Réquiem.

Me hacías ver que alguien había puesto un ángel de felicidad que me hiciera esquivar los charcos de la maldad.
No seré ya tu hombre, pero en mis venas, y en mi sangré flotará un barco de papel. Donde escribí un poema donde te entregué todo mi amor, Escrita con tinta de abiertas heridas, fue allí donde dejé el tránsito de una vida.

Correrán sin descanso las horas que estoy sin ti, repletas de fatiga.

Seré un incomprendido en esta vetusta prisión, donde muchos ya han estado reos de lo incomprendido, otros como yo saben porque están, es quizás la falta de tu presencia, es tu ausencia lo que hace esta prisión, Hace que me desvanezca por no saber mi hora de sentencia.


Quizás, y solo quizás habrá días en los que no estes en mi, quizás y solo quizás mi tersa piel comenzarás a derretir, y serán tus garras en mi postrera espiración, serán tus garras las que cierren mis párpados y me lleven a ese ignoto rincón. Donde llevas escondida toda una vida, deseosa de llevarte mi corazón. Quizás, y solo quizás, hagas de mi una ánima que baja sola, sola como una colilla en medio de una acera mojada.


Y como un muelle en manos de un loco, me arrojarás con fuerza sin saber donde caeré, pero en el mundo desde donde escribo nada cambiará. Seré durante unos días, unas lágrimas, un efímero recuerdo, un arrepentimiento.

Seré ese recuerdo, de un poeta que siempre estaba sonriendo, pero que dentro de el, las garras de la muerte lo estaban consumiendo.