Franklin Sandi

Ay, visita recurrente

 

Entraste sin que nadie te invitara

visita recurrente

sin que nadie te pidiera que me trajeras vino

que dijeras Lo Siento a cada rato

que me ofrecieras calor en este invierno.

 

Pero flotas en el escritorio cuando leo

y olfateas mi humedad en los libros antiguos

haciendo tachaduras en mis papeles íntimos

destrozando sin piedad estos poemas.

 

Te apoderas de todas las plomadas

y me obligas

a sentir en los aleros los aleteos del viento.

Me recuerdas por encima del hombro

todas las frases negras

y me siembras otra vez el desaliento.

 

Asombrado me pregunto a qué viniste

las puertas estaban clausuradas

hace tiempo que nadie me espiaba

por encima del hombro

pero empañas las ventanas con tu aliento

y te empeñas otra vez en criticar mis jugadas

en llevar con el zapato los compases

de mis silencios largos

en decir que soy muy suave

que no tengo tiempo para nada

 

y otra vez me llenas la cabeza de preguntas.

 

Ya sé que esta historia se repite

ya me pasó en otro invierno

sé también que cuando salga de la casa

te quedarás adentro

y cuando vuelva

comerás en mi plato

usarás mi escritorio

vestirás mi pijama

dormirás en mi cama

 

y sé que todo quedará como si nada pasara.