Bryan Mendoza

Dios, ya me he ido.

La cañería de esa casa

huele a peligro,

a la esencia amordazada

de un alma en pleno juicio.

 

La Luna esta lista

y el frío vierte

sobre copas de cristal fino

la sangre del inocente roto.

 

Caen casi como la lluvia a la tierra

a velocidades impresionantes;

pareciese haber degollado tu cuello

tu cuello soberbio y frágil.

 

Y me doy cuenta que te amo

porque no hay aguante mas bello

que el soportar el exilio

donde alguna vez me llamaste casa

 

Y me doy cuenta que me amas

porque me curas con agua de cielo,

sabor a ti y sabor a gloria, 

de ángeles hambrientos de sufrimiento.

 

¡Que las alas me corten una vez más!

Que quiero vértir sobre el cáliz mis plumas.

Búrlarme de la agonía que siento

porque no va de la mano de Dios.

 

Ay, qué Dios mi buen amigo.

Mirad en qué me he metido.

Ay, que Dios mi buen amigo.

Mirad como ya me he ido.