Carlos Hector Alvarez

El adiós a mi guitarra

No te vayas enojada

Guitarra mía querida

Porque queda en mí la herida

De saber que nunca más

En mis brazos te veré  dormida

El día que te compré

La emoción que sentí jamás  olvidaré

No pude caja ni funda comprarte

Porque plata no tenía

Pero me sobraba alegría

Te traje envuelta en papeles

Me miraban como loco te apretaba

Porque lastimarte temía

Cuantas cosas pasamos juntos

Que me duele el alma como nunca

El tener que entregarte a Florencia

Ella es mi nieta y le  había prometido

Dejarte en recuerdo como herencia

No me arrepiento aunque me duela

Porque te veo en el placar arrinconada

Sin tus sones melódicos, abandonada

Prefiero verte ajena que olvidada

Porque mis dedos sus fuerzas han perdido

Ya no pueden como antes acariciarte

Y me apenan tus cuerdas sin sonido

Más jamás podré olvidarte

Porque para mí siempre fuiste

Más que  compañera, amiga

Cuando estaba triste

Las primas hacían tanto ruido

Que olvidaba el motivo del dolor

Y si alegre me encontraba

Tus bordonas lo gritaban

Y de felicidad al unísono vibraban

Cuantas cosas con ti he vivido

En mi casa en las montañas

O en el valle con amigos

Si a una niña le  cantaba serenatas

Tus cuerdas me animaban

A decir cuánto la amaba

¿Recuerdas aquella vez

Que embriagado me encontraba

Y un cantor me pidió que te prestara?

Te acurrucaste a mi pecho y llorabas silenciosa

Al negarme,  que otros brazos te abrazaran

Más que agradecida me mirabas

¿Olvidaste cuando canté aquel vals que decía

Que ya viejo me encontraba

Añorando aquellos besos que ayer daba?

Me mirabas sobradora asintiendo esa verdad.

Hoy egoísta sería si me negara

A que aprendas otros ritmos

Olvidando los tangos, milongas y boleros

Que cantábamos dichosos

En nuestra soledad y en festicholas

Hoy, “Mi voz ya no tiene el encanto

Que tuvo en tiempos mejores

Junto a otros cantores

Entrelazando quereres

Mucho dejé en las mujeres

Y el resto en los mostradores”

Como reza una conocida milonga

Y ya no podré acompañarte

Yo no tendrás que afligirte

Tratando de esconder mí desentono

Ah! ¡Cuánto he de extrañarte!

Tanto que esta noche  he de soñarte.