alupego (Ángel L. Pérez)

ASPIRANDO LA VIDA

 

Suave caricia,
que el viento acuna.
Como un suspiro,
que se desliza.
Tierna mirada.
que huele a brisa.
Y aquellos labios,
de fresca risa.

Dolor que llega.
Como un cuchillo.
Partiendo el centro,
del equilibrio.
Honda es la pena,
que nos condena.
Sentencia firme,
que no se apela.
Presa se queda.
Y va creciendo,
en la oscura celda.

Noche cerrada.
Como una cueva.
Lóbrega ausencia,
de vida plena.
Y en los confines,
que alcanza el alma.
Ni la conciencia,
se manifiesta.
Ni hay sosiego,
ni queda calma.

Sombra en la noche.
De mil facetas.
De mil penumbras,
de negras sendas.
Noche cerrada.
Como una losa,
que al tiempo aprieta.

La débil luz,
de la alborada.
Va penetrando.
Líneas delgadas,
de tenues luces.
Que van creciendo,
de madrugada.
Una pavesa flota,
en la luz irisada.

Con mil colores viste.
Con mil voces,
nos habla.
Y la vida despierta.
Lentamente.
Asomada,
a la voz que la llama.

Henchida.
Queda sola.
De tanta luz temprana.
Aspirando las olas,
de la fresca mañana.
A.L.
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