Nohelia Menjivar

EPIDEMIA

Entras en la realidad y comienzas a notar toda la decadencia.
Mucha gente tirada en los suelos implorando ayuda, asesinando personas inocentes para obtener un poco dinero.
Con displicencia se cierran escuelas para abrir más prisiones. Hay cantidades de gente encerrada porque tiene miedo de salir a las calles, existen más ciudadanos casándose por dinero no por amor, se perciben innumerables niños atrapados en la tecnología deshumanizada; se ven incontables personas votando por los mismos gobernantes corruptos que hacen que el país decaiga en picada.
Estoy sentada en una esquina escribiendo en una libreta y fumando un cigarrillo, estoy observando la penuria del país; a lo lejos y aún cerca sigo escuchando disparos, gritos, llantos, lamentos. Oigo noticias de muertes que aumentan cada día exageradamente, informan sobre asaltos, violaciones y tantas cosas que me aterrorizan, la piel se levanta como un raro sarpullido pálido.
Observo como los estudiantes defienden sus derechos y el mismo gobernante envía militares agresivos a tirarles bombas de gas sólo para callarlos y que no tengan derecho a expresarse libremente. Veo como el presidente inaugura parques mientras su pueblo sigue muriendo de hambre. Veo como la gente tira piedras o insulta a dos personas que son del mismo sexo, sólo por demostrar su amor al mundo.
Todo lo que miro es una pesadilla que quisiera no vivir.
 Levanto mi cabeza y siento un arma apuntando mi frente, entre tanto, el lápiz que tengo en mano cae al suelo.