“La unión de dos almas bajo cantos de aleluya,/ está por producirse en este día./ Cruzando el cielo llegará la tuya,/ huyendo del infierno llegará la mía”.
Era tuya la boca que me besaba,
 tuyo el cuerpo que alguien pintaba
 y los espejos donde bella te veías.
 Tuyo el viento siempre soplando,
 muy tuyas las alas si ibas volando
 en ese sueño que a veces tenías.
Era tuyo el mar bravío e indeciso,
 el río que nunca detenerse quiso
 y las rocas, causas de tus caídas.
 Tuyos los pájaros que sonrieron,
 las esperanzas que no se perdieron
 y tuyas algunas ilusiones perdidas.
Tuyo el sol que cada mañana salía,
 la luna, que con su brillo seducía
 y la tentación a la que aún sucumbo.
 Tuyas las nubes que el cielo tapaban,
 tuyos los caminos que a ti llevaban
 y la brújula que indicaba el rumbo.
Tuyos los sueños y cada fantasía,
 tuya era la verdad que nadie creía
 y la mentira que más de uno creyó.
 Tuya la desnudez hermosa que vi,
 la voluntad de decir sonriente que sí
 y el valor para a veces, decir que no.
Tuyos los soles ocultos en tu brasier, 
 esa mirada bella, tu esencia de mujer
 y tuya la piel que se erizaba tanto…
 Tuya es esta última poesía que creé,
 mi alma, desde el día que me enamoré
 mi juicio, cuando sucumbí a tu encanto.
Original de Álvaro Márquez
 Caracas, Venezuela
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