Santiago Miranda

De la luz hacia la penumbra

No me dejas ver, mi cielo, un día
Desnudos andaremos en lo alto
Sin herirnos ni mezclarnos, sostenidos
Por el tenue sonido del tiempo soplando
El ducto de la herida abierta, indoloro desgarro
Sin importancia al volverse el rostro pálido
Y la lengua en calma, nos deja ya disuelta
La intención de hacer palabras, un fervor
Por el silencio innato, recorrido cada pliegue
Cada circunvalación, cada vena subterránea
Quedábamos a reposar inertes, sobre los deseos
De la terrenal gente, como nubes en lo alto
Reunidos en la contemplación de astros, los más
Puros de nosotros que por dejar ya el perpetuo
Gozo de las formas animales, todo sueño, se inmolaron