Escritor del viento

Lascivia

 

Que ignoradas redes el deseo lleva ocultas

que empujándome al placer infame y escabroso,

mi mente, quedose perturbada entre las brumas

aquella tarde de un febrero sombrío y angustioso.

 

Vil deseo de mi desventurada muerte prematura

en instantes del péndulo a mi alma sepultaste,

sin el cortejo fúnebre, sin flores en mi sepultura,

mi inocencia pura en tu vehemencia enterraste.

 

Y  morí como muere un feto tras su aborto

tan temprano cuando apenas aflora la vida,

pobre alma mía, en tu desdén está el despojo

de tu inocencia de Abad y de tu peregrina romería.

 

Hoy llevo el paso de un fantasma que arde en vida

de los muertos soy el cadáver más desdichado,

residente del polvo como exacta  alegoría

de la inexistencia, a la que el placer me ha condenado.