Daniela Cortés

Ladridos.

Que poco dura el encanto,

cierro los ojos y caigo en llanto.

De noche se escuchan ladridos

de corazones heridos,

tratando de encontrar paz

en la cama de alguien más.

Que lejano es el cielo,

para quienes están en el suelo,

mendigando un trozo de amor

que alguien más les robó.

Que pobre tienen el alma

y que sola está su casa,

no hay compañía por el día

o cobijo de madrugada.

Afuera siguen los ladridos

de aquellos pobres vacíos

que van tras esos amores 

que solo se alimentan de ilusiones.

Miento si niego mi participación

en ese desfile nocturno,

si niego mi llanto inoportuno

en alguna ajena habitación.

Que débil es el placer casual,

no te hace sentir igual

y vuelves a ese recorrido

donde de dolor suena tu ladrido.