Ezequiel Hugo Gonzalez

Adiós poeta



Ya no soy poeta.
Ya no tengo ocurrencias.
Ya nada triste me motiva.
Por el contrario,
ahora que soy feliz.
No quiero escribir mas.

Porque era la fantasía con la muerte.
La meta del dolor y la angustia.
De estigmas cancerígenos en mi pecho.
Era sobre órganos magullados
y caras de asco.
Era sobre todo lo malo.
Sobre lo asqueroso,
lo triste,
lo sangriento,
lo desesperanzado,
lo engañado,
lo torturado,
y lo enamorado.
Sobre tantas cosas se trataban mis poemas.

Fui poeta de lo absurdo.
De lo gris.
De lo indebido.
De lo malo y de lo muerto.
Y lo expresaba
y por eso me decían poeta.
Pero ya no,
porque ahora soy observador de las flores.
De las plantas.
De las nubes.
De los animales.
De la gente.
De lo hermoso.
De lo absurdamente bello.
De las miradas, de las sonrisas y de los cabellos.
Un amante de las charlas.
De las amistades.
De los abrazos de mi familia.
De los abrazos de mis amigos.

Mis oídos no escuchan ningún tonto susurro.
Ni mis manos tiemblan ya.
Ni mis dientes muerden mis labios.
Ni mi pecho se agita.
Ni la panza me duele.
Ni la sangre se condensa en mi cabeza.
Ni las venas amenazan con estallar.
Porque ahora no soy poeta.

Soy libre.
Soy una nube con todas las formas.
Que es libre sin saber por donde escapar.
Que ama las sonrisas.
Y que ama las miradas.

Porque ahora soy libre amo todo.
Porque ahora soy libre no escribo mas.