Pablo R.

TÚ...

Tu piel se ha quedado adherida a la mía

como un tatuaje,

como tinta indeleble…

imborrable…

como tu aroma…

tu calidez…

 

Tu figura grabada en mi retina

de tal manera,

que donde quiera que mire,

ahí estás tú…

tus ojos en el brillo de las estrellas

y tu blanco rostro

de la selene palidez lunar.

 

Tu voz me la susurra el viento

y tu gemir lo trae la suave brisa de la noche

ese agónico borboteo de tu garganta

lo siento en las cantarinas

y cristalinas aguas de los arroyos.

 

Tus labios me los recuerdan

la dulce miel silvestre

el suave fruto de la vid madura

cuyo zumo es embriagador

como la tibieza de tus besos.

 

Tu presencia avasallante

tu esencia dominante me persigue donde voy

y en cada persona me parece verte

en cada situación te haces presente

con tu sonrisa diáfana,

si hasta te imagino caminando hacia mi

con ese contonear de tus caderas

que van dejando huella por donde pasan.

 

Hasta te metiste en mi cama

en la suavidad de almohada

en la tibieza de mis sábanas

apoderándote de mis sueños

haciéndome compañía

en las frías noches del invierno.

 

Mi dulce y tierna niña

me tienes enamorado

de tí como un niño embobado

tejiendo mil ilusiones

de locas aventuras

momentos de diversiones

y con noches de pasiones

que me dejan exhausto en tu pecho.

 

Oh mi cielo adorado

a tus pies estoy postrado

como vasallo ante su reina

rindiéndote los honores

que se le brindan a esos amores idílicos

que por más imposibles que fueran

bien valen la muerte y la pena

el haberlos encontrado.


-. Par