Esteban Mario Couceyro

Cuarenta minutos

Ya me senté, del lado del pasillo

un día más, cuarenta minutos

la misma gente, o distinta

no tiene sentido verla.

Pensar cómo serán, en sus propias vidas

qué hacen, o cómo mueren a diario.

Seguro que son buenas personas

apuesto, con seguridad

que algunos son de baja calidad

advenedizos, ladrones, o asesinos.

Yo mismo..., no sé si habré matado...

¿Cómo llego a estos pensamientos?.

En el asiento delantero, hay una bella mujer

realmente es agradable verla

pienso en su vida, si ama, cómo expresará su ternura.

 

Ingresamos en el túnel

y todo se oscurece.

 

Cómo se transformará esa belleza

en medio de la ira

Podrán salir de esa boca perfecta

las palabras hirientes...

Te amo..., cómo gesticulará esas palabras.

 

Ya veo esos ojos claros, que se arrasarán de lluvia

en la inminente despedida...

 

Llegué, entramos en la estación

y debo bajar.

Ella mira con desgano

por la ventanilla

mientras me dejo llevar

por la marea humana.

 

!Qué tarde se hizo¡

otro día de mal humor

e intenso trabajo.