ALVARO J. MARQUEZ

LOBO

 

“Entre aullidos y una luna inquieta,/ tus pechos emergen en la noche sin estrellas./ Tu cuerpo a amarte me reta/ y yo… dejo mis huellas”.

 

Quise entrar en tu cuento, ser tu lobo feroz,

hacerles a autores de cuentos algunos robos;

para “enamorarte mejor” tenía una buena voz,

pero al parecer, nada te gustaban los lobos.

 

Quise cambiar de cuento… y soplar y soplar,

pensé en conquistarte con tantos soplidos;

pero mi intención desde el inicio era amar

y el cuento se estaba llenando de olvidos.

 

Quise cambiar de cuento, un príncipe ser

y así colocarte la zapatilla, muy contento;

pero tampoco funcionó y me hiciste ver

que aún parecía el lobo del otro cuento.

 

Quise entonces convertirme en rey Midas

para regalarte mi oro en apenas un toque.

Me respondiste “es mejor que te decidas,

un lobo con oro no creo que me provoque”.

 

Ya no había lobos en mis cuentos, lo sabías,

pero con un lobo tú me seguías asociando.

De pronto un día, uno de esos aciagos días,

decidí alejarme sin importar cómo ni cuándo.

 

Con el pasar de los meses todo iba a cambiar,

te vieron llorando y gritando a los vientos,

que allí, en tu alma, ya empezaba a faltar

el hombre que por ti entraba a los cuentos.

 

Te fastidiaba tanto lobo y ahora ya lo ves,

necesitas alguien que por ti algo invente.

Que comience diciendo “había una vez…”

y su cuento de amor a su modo te cuente.

 

Te diré más y eso, a manera de sentencia,

si tienes otro amor que no sea a luna llena,

sabes que de un lobo es la luna su esencia

y amarme con el alma va a ser tu condena.

 

No te será fácil negar a los mismos vientos

cómo fue que sin tocarte te hizo muy suya,

el hombre aquel, el mismo de los cuentos

que hoy excitado por tu desnudez… aúlla.

 

Original de Álvaro Márquez
Caracas, Venezuela
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