lorenzo salamanca garcia

Nadie puede impedir que amanezca.-

Noche obscura y fría:

entre charcos y lluvia en Lesbos,

con la cara golpeada por quien la llama “mi amor”,

dormido entre cartones dentro de un cajero,

desvelado en el sofá porque cerro su empresa,

en el último funeral el cáncer vuelve a ganar la partida.

Amaneció y fueron visibles ciertos brotes:

llegaron al pueblo tres familias migrantes con niños,

el maltratador pide perdón desde la cárcel,

en el Parlamento aprueban una Renta Básica Universal,

comienza a tratarse el cáncer con medicinas.

Entre la noche y el día transcurre la existencia: 

cuando todo se vuelve negro

se despierta el invierno y las ganas de huida, 

pero nadie puede impedir que amanezca:

es cuestión de paciencia, conjugada con afecto.