Leonardo Irra

Los sentimientos hirviendo

Enciendes tu lampara desde la mañana y solo cuando llega la noche comienza a dar su luz, la ven los demás, los que te acompañan en tu habitación, deseosos de que la chispa haga corto, pero esa lámpara es inagotable. No lo consiguen, no lo conseguirán. Se quedarán en la perpetua espera si es que deciden esperar, gastarán sus vidas con ese vacío anhelo, le cerrarán los ojos a lo que les atiende, y se les perderá como humo de cualquier hoguera.
Sigue con tu lámpara encendida durante la mañana y el mediodía; y las tinieblas por primera vez no emergerán su sombra. Entrega destellos por mayoreo, verás que la oscuridad seguirá siendo oscuridad, una frustrada oscuridad.