Eber R. Guerrero

Delirante...

En la lugubre morada
del carnal hombre delirante
bajo su lecho, postrado en su cama
se colorean marrones y grises
las paredes del purgatorio,
se deja caer la noche
en unos ojos cerrados de angustia.
\"La vida es corta\" murmura al aire
y en soledad caen sus sueños
al piso lleno de espinas y agua.
Quiza no hay fantasmas que lo torturen,
un hombre bueno ha sido;
pero se deja llevar por el delirio
y la locura lo absorbe
en proporción que pierde el tacto.
Sus parpados se forzan,
su alma disfruta el extasis del momento,
¿hay algo mejor que esto?
se cuestiona mientras su vida
corre hacia la libertad.