Joseponce1978

Afuera llueve (3 de diciembre de 2019)

Afuera llueve mientras aquí dentro tú te enfrascas en construir un refugio de mantas. En afanosa labor, lías y deslías el espacio hasta dejar acogedoras las esquinas. Con el repiqueteo de la lluvia en el asfalto de fondo, paso a paso me detallas los pormenores de tu obra, abriéndome la puerta una vez terminada para pedirme el visto bueno. Me voy metiento encogiéndome como un contorsionista agarrotado. Afuera sigue lloviendo y dentro de está genuina cabaña no se ve nada, pero te siento entre sus paredes y eso es tanto... En un torpe movimiento, empujo el pilar principal y el techo de algodón se nos cae encima, momento en el cual entro en estado de pánico y comienzo a bracear y patalear hasta quedarnos enredados entre la montonera de suaves cascotes. Tratando de salir del atolladero, me abrazo fuerte a ti y me pides que te suelte para poder buscar la salida. Después de encontrarla, terminas quitándome los escombros de encima, rescatándome así de un agónico aprisionamiento.

Ya liberados, con todo el cuarto patas arriba, dejas la restauración para otro día, te aproximas a la ventana y, con la manga del jersey, en movimientos circulares, desempañas una porción de cristal para ponerte a ver llover. Tu mínima silueta, recortada por el trasluz de la ventana, pulsa en mí súbitos hechizos, asestándome un definitivo golpe de calma. Contengo la respiración y con extremo sigilo, para no enturbiar la magia del momento, cojo un cepillo que tengo a mano antes de situarme detrás de ti. Como se cepillaría a una muñeca de nitroglicerina, con igual tiento, comienzo a peinar tu sedoso cabello, dejando que la electricidad estática sobrecoja las líneas de mi mano izquierda. Afuera sigue arreciando y aquí dentro las palabras sobran porque el impacto de las gotas al estallar en los charcos resalta la eficacia de esta indescriptible sensación.