Alberto Escobar

El santo al cielo

 

 

 

 

Acerqué el dedo al soporte de la aguja
para colocarla al principio de un círculo de
vinilo negro que prometía delicias sin igual.
Después de un reducido preámbulo de
disonancias técnicas, propias del formato,
se deslizó cual gacela la Pastoral de Beethoven.
Al terminar la consabida pieza del genio alemán
me invade un acceso repentino de hambre.
Miro en el frigorífico y en la despensa.
No encuentro nada. Caigo en la cuenta de que
es miércoles, toca supermercado.
Acudo al reloj de la mesilla para mi disgusto.
Son las diez de la noche.
No tengo nada para cenar. Desayuno otra vez.

La música me ha traicionado de nuevo.