Dueles, país de las tres cordilleras,
morada de cumbres desgajadas,
lecho de ríos que arrastran polvo,
remanso de olas derramadas.
Dueles, patria de la enseña bicolor,
silente, con el alma atravesada,
en el rojo carmesí de tu memoria,
en la blancura de una paz negada.
Dueles del crepúsculo al sol,
del alba hasta la nube encarnada,
desde el nido de la lluvia esquiva
hasta el grano de arena derramada.
Dueles en la arcilla milenaria,
en las yemas del viejo alfarero,
en el cántaro tibio y su barro,
en la piedra que calla en los cerros.
Dueles en la traición y en la mentira,
en la madera, el clavo, el martillo;
dueles en los huesos, en las espinas,
dueles en tu pueblo, endurecido.