Esteban Mario Couceyro

Quizá tampoco ella sepa su nombre.

Ella..., como algunas veces

la encontré sentada

en el asiento opuesto

contra la ventanilla

mirando sin ver

ese paisaje repetido

mil veces del atardecer.

 

Es hora del regreso

el tren viaja completo

todos regresan

con expresiones vacías

parecen muertos

de varias batallas

con sus rostros de ojos

casi cerrados

………...

no hay palabras

sin nada que decir.

 

El cielo, afuera

encapotado de nubes

anticipan la tormenta

su rostro, neutro de expresión

me sumerge en pensamientos

cómo se llamará

tendrá un amante

la supongo hermosa

emergiendo como una Afrodita

desde las nubes

en ese cielo de tormenta

desnuda,

desprevenida de mi

en la ignorancia que pueda verla

desearla

………………………

tan hermosa, se qué es

como ese equilibrio que siento

al verla entre las nubes

confundida con el cielo.

 

En ese instante

abro los ojos y ella

me mira sonriente

confundida

entre las nubes de mi imaginación.

 

Avergonzado cierro los ojos

dormitando el resto del viaje

no queriendo despertar

corresponder la sonrisa

preguntarle algo tonto

hablar del tiempo

saber su nombre

y no poder darle el mio

que hace tanto tiempo

olvidé.

 

Hace tanto tiempo

que estoy viajando

en este vagón

de este mismo tren

………………..

que aveces la veo

sentada en el asiento opuesto

contra la ventanilla

mirando el paisaje

sin poder verlo.

 

Quizá tampoco ella

sepa su nombre.