Bolívar Delgado Arce

TIEMPO DE TERNURA, TIEMPO DE NAVIDAD

El próximo domingo 24, el mundo cristiano jubiloso recordará el nacimiento de Jesús, el Mesías, el Salvador, el Rey de reyes, el Hijo del Dios Eterno y, viviremos de esta manera, el aniversario número dos mil diecisiete de aquel extraordinario acontecimiento ocurrido en el pequeño pueblito israelita de Belén, en Judea, llamada también Tierra Santa.

 

              Recordaremos nuevamente, el magno suceso que acaeciera en un humildísimo establo, teniendo como protagonistas a María, José y mansos buey, asno y ovejas, como a grupos de humildes pastores, labriegos y beduinos, que fueron anunciados por coros celestiales que cantaban en lo alto, sobre el magno suceso.

 

Belén a esa fecha estaba lleno de visitantes y peregrinos que habían llegado para empadronarse para el censo poblacional que en ese año había ordenado el emperador romano Augusto César; como los padres de Jesús eran también oriundos de ese lugar, fueron allá, no encontraron albergue y, como llegaba la hora del alumbramiento, se refugiaron en un establo; iluminados por una gran estrella y, entre los animalitos que en ese corral dormían, brilló la luz para todo el mundo. Y allí, al no disponer de una cuna, la Virgen María recostó aI divino infante en un pesebre, es decir, en un recipiente donde se pone la paja para alimentar a los animales, los cuales abrigaron al Niño en esa fría noche de invierno, según relata San Lucas en su Evangelio.

 

            Allí se originaron todas las navidades. Pero nos encuentra hoy este diciembre, conmocionados por la falta de humanismo, de perdón sincero, de solidaridad, de reconciliación, de amor…

 

              Navidad, dulce aroma y flor; Navidad, festividad tan grata que nos trae más que cualquier época del año, los más hermosos como nostálgicos recuerdos de nuestra niñez, de nuestra inocente algarabía, de nuestros primeros juguetes y regalos, o quizá de las primeras lágrimas y frustraciones, porque, quienes descendiendo de padres pobres, no alcanzaron a tener su regalo soñado...

 

Pero, Navidad es también encontrarse con nuestros años frente a la vida, con nuestros familiares y amigos, con nuestros vecinos y compañeros, con las personas queridas y ausentes, temporal o definitivamente; es volver a vivir mo­mentos de ensoñación, de ternura, de felicidad, aún de lágrimas, y verter manojos de guirnaldas de amistad, de buena voluntad, de los mejores augurios, de compañerismo, de unión, de solidaridad y esperanza... 

 

Es la ocasión, aunque no debe ser la única, de compartir algo con quienes nada o muy poco tienen; de que nos desprendamos de lo poco o mucho que poseamos y demos a quienes carecen de mucho o de todo; algo podemos dar siempre, sobre todo amor, mucho amor, comprensión, amistad, solidaridad, apoyo... El poeta invita a que disfrutemos de una alegre Navidad, mientras podamos, cuando exclama:

 

                                                            “Vamos, que la noche a reír convida

                                                            con los cascabeles de su regio encanto;                                                 

                                                             antes que nos muestre sus puños la vida, 

                                                             antes que se llenen los ojos de llanto...”

 

              Muy queridos circunstantes, familiares, amigas y amigos en todo el mundo, al exteriorizar el más caluroso saludo navideño, repleto de buenos augurios para el año que llega, me permito recalcar la exhortación a lo expresado, a tratar de ser diferentes, justos, humildes, generosos, solidarios y que, sobre todo, recibamos a Jesús, en nuestros corazones.

 

              Que nadie se siente a la mesa si no ha olvidado agravios, si no ha pedido perdón y perdonado al prójimo, que nadie esté en paz si no ha dado o está dando paz a los demás, que nadie duerma tranquilo si no ha visitado a un encarcelado, a un enfermo, o si no se ha preparado para recibir a Dios para siempre en su hogar, en su propio ser...

              A todos ustedes, con la alegría reverdecida de esta nueva celebración, y al abrigo del dulce hogar: ¡Feliz Navidad!


                                                                                                                                                                                                               Bolívar Delgado Arce