lucecitta

Te odio

 

Te odio tanto y tantas veces. Casi con la misma frecuencia con la que solía decir que te amaba.

El odio se ha convertido en un sentimiento tan cotidiano como doloroso… tan presente en mi vida que ahoga las palabras y los recuerdos…

Como cuando me despierto, y me doy cuenta que la dulce escena del abrazo interminable sólo fue parte del sueño nocturno, o de un recuerdo, o de una mezcla de ambos… y entonces te odio, porque sé que en ese mismo momento estas todavía placidamente durmiendo a mil quilómetros de acá, soñando otros sueños que ya no son los nuestros, (que nunca fueron nuestros). Golpeó muy fuerte mi puño contra la almohada, tratando de sacudir locas ideas que allí se anidan, (te odio)

Entonces, como todos los días, me levanto a vivir la falsedad de otra mañana. Me miro al espejo. Me miro fijo a los ojos, con bronca y severidad, con tristeza, con locura, con resignación.

El día transcurre sin mayores altibajos, y más aun cuando de a poco surguen cosas que me mantienen cada vez mas ocupada, el trabajo, el teléfono, las facturas y las charlas, tramites, tramites, tramites…manejo en el auto y freno en un semáforo, y me veo atrapada por esa imagen. Esa imagen que inevitablemente me teletransporta a vos como si existieran hilos invisibles que aun me atan a tu vida. Quizá una imagen que hayamos vivido, una pareja caminando de la mano sonriendo despreocupados cruzando la calle, o talvez una imagen que nunca vivimos y que formaba parte del futuro que empezaba a tejerse en mi cabeza.

Un bocinazo me despabila y…(¡te odio!) arranco velozmente hacia algún lugar que ya no tiene demasiado sentido, a hacer algo ya sin importancia.

Vuelvo a casa, son las 8.

¿Realmente importa? No… pero otro día terminó. Y vuelvo al refugio. Ya nadie puede verme y me puedo sacar la mascara de “todo bien” y lloran cuanto se me de la gana.

En el contestador hay un mensaje: veo la luz titilante que me provoca burlona, con un doble filo de sinceridad. ¿Quién será…? Pregunta estupida que me hago para evadirt tu nombre de la respuesta.

Pienso: “no me voy a apurar”, pero la intriga me atropella y luego de dejar mi bolso y mirar a todos lados, corro al teléfono y… (TE ODIO)… la voz que me arroja el contestador  no es la tuya. Pero claro!...tonta e ilusa yo, por seguir esperando alguna migaja de tu presencia…

Miro el reloj, 8:15

Por la ventana se despide el Sol, y se lleva consigo parte del verano más hermoso y triste de mi vida…

¿Dónde estarás? ¿Lo ves, ese sol tan inmenso? Es el mismo sol que una mañana nos descubrió abrazados en la puerta de alguna casa, con las narices frías y murmurando algo que parecía amor… ¿Vas a dejar que se vaya?...  ¿Vas a dejar que se lleve consigo parte de nuestras vidas, de nuestros corazones?

Te odio!... y me odio… porque somos tan orgullosamente adultos que nos ignoramos por completo, para demostrarnos aún no se que cosa… pero eso nunca lo vas a saber…

El sol se fue. Y permanezco inmóvil en la oscuridad de la sala.

De pronto, algo parece brillar detrás mío…

El celular me arroja un pedazo de carne en mi lastimosa huelga de hambre… y naturalmente te odio.

Porque luego de tantas cosas dichas, de tanta ternura, de tanta verborragia, de tanta confianza me escribís solamente  para preguntarme “¿Cómo andás?”... entonces saco de la galera una mentira cansada de ser dicha: ¡Bien! ¿Vos?...

Después de 45 medidos minutos, un “bien”, y algunas palabras mas que no tienen conexión con ese “bien”, una respuesta mia aún mas absurda que la anterior.. y varios mensajes que se cruzan para llenar, frustradamente, vacíos que sólo quieren cariño.

Y te odio, porque hablamos de cosas sin sentido para no hablar de lo que realmente sucede… ¡Que buenos actores somos!... pero cuando se cierra el telón… ¿que nos queda si no son el eco de viejos aplausos?

Y te odio, porque nunca vas a decirlo, porque no dejas escapar jamás un sentimiento en mi presencia, porque sabes jugar perfectamente el mismo juego que yo y sabes lastimarme como yo lo se hacer… te odio, porque apareces de la nada y con dos palabras derrumbas la muralla que construyo todos los días para olvidarte…

Las luces de la calle se encienden parpadeando rezongos urbanos.

La Luna se acuna en un manto de estrellas…¿las ves?... son las mismas que mirábamos en el balcón esa madrugada mientras confesábamos nuestros besos. ¿estas viendolas?

¿Te cuento un secreto? De vez en cuando enciendo una estrella… le pido un deseo (que estés bien) y lanzo un beso al aire para que te llegue sin que te des cuenta… porque a pesar de todo, no te odio, y eso es lo que mas odio. Pero nunca lo vas a saber.