Kristian Rueda

A la tierra

Madre mía, Amiga mía, Mujer que vino de muy lejos bañada en jazmines, Amada mía. Te coronó Dios de Lirios y esmeraldas, ahógame en tu amor hasta el final como única barca en el destierro del mundo. Si no estuvieses a lo mejor te hubiese inventado, y de no inventarte moriría esperando por tu amor en sueños, o ahogado de sueños de amor. Apenas y te conozco, pero te amé sin conocerte, cuando el aliento de Dios rondaba el mundo en búsqueda de ti, en búsqueda de nosotros. Has perdido tanto que ya tus lágrimas aprendieron a sonreír, que ya extrañas por costumbre a quien no se ha ido, que la soledad se siente abandonada en tus brazos. Por más que hulla no podré alejarme de ti, niña vestida de rosas, niña alumbrada de sombras.

Déjame recordar como eras antes de amarte, antes de naufragar mi amor en tu amor, tu mirada alberga un mundo donde las almas vuelan libres, donde el mundo deja de ser mundo, donde el viento tiene alas, donde la lluvia camina descalza por las calles, donde Dios juega por los verdes pastos con los que volvemos a ser niños.

Déjame por favor reposar mi sueño en tu frente de plata, en tu frente fecunda. Me ha fatigado la ilusión, de tenerte, de derretirme por el filo de tu cuello blanco, tu mirada de susurros y tus labios de pétalos ya marchitos, aunque te vayas mi corazón te encontrará. Bajo la cálida vida tu agonía, yo alguna vez soñé ser para ti viendo tu mirada nítida en la mía, nunca comulgó tu voz una mentira, como la risa que se quiebra cuando el dolor te vence. Hasta los escombros de mi alma buscan tu nombre, del cual se muere de envidia todo el firmamento.

Nunca llores las palabras que te falten, y que nunca me falten las ganas de que me sobres. La noche huye de tu río y el fuego alcanza escapar. Me veo ya deshojado por tus preguntas que desguindan de mis labios una mordaza, que no obedece siquiera al sello de tres dedos. Te veo morir alejada de todo, amiga soporta la dependencia del peso de tu amor silencioso, aunque solo pidas un aire frío y un bocado de soledad, cuando no haya quien te abrigue e incluso la luna se dé la vuelta para verte convalecer, cuando el mundo deje de girar, cuando desciendan las estrellas que cada noche te ven tan bella. Te daré mi risa y temblor, mi viento y estupor, aguarda un poco más, pondré en tu vientre una flor, aguarda que se ha deshojado mi amor, si una lagrima me traiciona y se escapa es un dedicación algo que nunca dije, pero algo que me condenó.

Se desnuda la luna y grita, su voz se hace miedo y olvido, oscuridad y preguntas. ¿Que tienen tus ojos que ya no tiene color la noche?, el día dejó de brillar, tu mano aprieta la mía y siento que se me desgarra el corazón, el instinto me convence y te beso con la boca llena de quejidos, te ruego quédate, me asfixiaré a tu lado con tal y no me olvides, si tú te vas me iré contigo, para recrearme en tus hebras, para pisar tus huellas, para abrazar a Dios cada que tú me mires.

La jauría de tu voz, será encontrada por un amor que te merezca. Cuando menos lo esperas te soldaré un beso en el bello de musgo bajo el adorno de la noche, que tu llamas cabello, y te consumirás de amor. Y después de haber errado buscándote al final del mundo, después de estar tan cerca de todo y lejos de ti, me daré cuenta de lo que es luchar hasta el desdén, se encerrará tu luz férrea en mi amor, y brillará una hoguera al final con tu luz, si se destierra la vida se sabrá que la tierra somos más de dos…